miércoles, 8 de junio de 2016

el día que "Scooby" cortó la N-340

7:45 de la mañana de un día cualquiera. Algo me llama la atención justo al incorporarme en la N-340 al salir de l'Arboç. Unos cientos de metros más adelante, los conductores se comportan de forma extraña, y ese comportamiento provoca caravanas espontáneas, se oyen bocinas de coches y camiones y el tráfico parece avanzar a trompicones. 

En pocos minutos resuelvo todas mis dudas. Un animal oscuro y muy grande se está moviendo erráticamente por la carretera unos metros más adelante. Los conductores intentan esquivánrlo según van llegando, pero la cosa se está poniendo fea. Es plena hora punta para ir a trabajar; la carretera es estrecha, de dos carriles (uno por sentido) y apenas hay arcén; los quitamiedos a ambos lados de la carretera no facilitan la posible salida/hiuda del animal. Y durante las próximas dos horas, la cosa será igual o peor.

Al acercarme con el coche veo mejor al animal, y puedo distinguir la figura de un perro de gran tamaño, un dogo oscuro y gigante. El animal trota cansinamente en la misma dirección en la que voy yo, pero cambia de carril de forma espontánea y no parece ser muy consciente del riesgo que está corriendo y de la situación que está provocando.

Un conductor que va en dirección contraria a la mía detiene su coche a pocos metros de mí. Cuando llego a su altura le pregunto si es su perro, y me contesta que no. 
Es un muchacho joven, de unos treinta y pocos. Es la primera persona que se preocupa por el animal y por el resto. Todos los que pasaron antes escurrieron el bulto, miraron para otro lado sabiendo que la vida de un animal y la de las personas que circulan por ahí están en peligro.

Avanzo hasta acercarme a una zona del arcén que me permite aparcar el coche sin entorpecer el tráfico, aunque el tráfico a esas alturas ya estaba prácticamente parado. Solo pasan algunos "valientes" con prisa que se arriesgan a tener un accidente invadiendo el carril contrario y recibiendo improperios y bocinazos de los que circulan en sentido contrario.

Me bajo del coche. A esas alturas ya tengo asumido que ese día tendría que comprar el desayuno, y salgo del coche con mi bocadillo casero recién hecho. Pero al perro no le interesa la comida. Continua trotando y alejándose de mí. Y para colmo, un camión se coloca tras él haciendo sonar su bocina para que se aparte del medio, pero lo único que logra es asustarle más y hacer que siga caminando en la misma dirección. Huyendo al fin y al cabo.

Unos metros más adelante, un tráiler ha parado en el arcén y su conductor se ha bajado. Lo primero que me viene a la cabeza es "por fin! alguien para echar un cable!" y así ha sido. Y lo ha sido para todos, hasta el punto de que cuando el perro llega a la parte trasera del gran remolque que arrastra su camión, se tumba. Como si supiese que era un lugar "amigo". Y allí ha estado durante mucho rato. Descansando bajo un remolque de 10 metros en el arcén de una carretera. El animal estaba agotado. Pero no puede quedarse ahí, es un lugar muy peligroso para descansar. El conductor del camión vuelve con agua, pero el perro no quiere beber. El perro quiere descansar

Llegados a ese punto, ya habíamos podido ver que el animal no estaba ni mucho menos "a la defensiva". No tenía muy buena pinta pero tampoco parecía tener heridas graves. Rasguños, rascadas, algún corte, el pelo en mal estado. Pero con todo eso y aún con su tamaño, no parece cojear ni se queja de ninguna zona concreta. Me permite acariciarle y al pasar la mano noto el relieve de todas y cada una de sus costillas. Está muy delgado. Quizá hace días que no come, no lo sé. 
Se deja acariciar, siempre desde el respeto, y no muestra miedo ni rechazo hacia ninguno de nosotros. 
Para entonces ya éramos cuatro. Dos hombres más se han bajado de sus vehículos para ayudar. Tratamos de sacarlo de debajo del camión sin forzarle ni empujarle. Los coches pasan a gran velocidad a pocos centímetros del camión. Yo me coloco junto a él, bajo el remolque. Allí estoy un rato, tumbado a su lado, tratando de convencerle. Pero no hay forma alguna de moverle. Sencillamente se está rindiendo.

Dos personas más están ayudando y a "regular" el tráfico (a falta de una puñetera patrulla que lo hiciese) sencillamente pidiendo precaución a los conductores que se acercan. Finalmente decidimos que la única solución para desbloquear esa situación es mover el camión. Es una operación muy delicada. Scooby está echado muy cerca de las ruedas traseras del remolque (utilizaba una de las ruedas como almohada para apoyar la cabeza).

El conductor se sube al camión. Lo mueve muy despacio, con suavidad avanza un poco (nunca pensé que un trasto tan grande se pudiera mover con tal delicadez) mientras los demás comprobamos que todo esté ok. Y ni siquiera le roza. 

El animal ni se inmuta pero la luz del Sol le molesta. Uno de los muchachos trae más agua. Scooby la rechaza. El muchacho y yo le mojamos el hocico para refrescarle y´a los pocos segundos aparece otro de los muchachos con un par de salchichas frankfurt que había sacado de su bocadillo. El grandullón por fin muestra apetito y engulle los trozos que le ofrecen de un solo bocado. Se incorpora con cierta dificultad debido a su tamaño y a la debilidad y entre todos le acompañamos hasta llegar al arcén.

Bien! Ahora ya tenemos una parte resuelta, pero esa era la parte "fácil". Ahora falta lo difícil...

¿Qué hacemos con el Scooby? La policía no se ha presentado y han pasado más de 30 minutos desde que nosotros dimos el primer aviso (seguramente más conductores ya habrían llamado también al ver la caravana y la situación).

Por suerte, uno de los muchachos que se había parado a ayudar resulta ser un voluntario de una protectora, y decide hacerse cargo del animal.  Acerca su coche, abre el maletero y Scooby entra casi por iniciativa propia. Está agotado y hemos tenido que ayudarle a subir las patas traseras. Pero una vez dentro, se ha enroscado y se ha echado a dormir mientras nos despedíamos y finalmente hemos seguido nuestros caminos.

(...)

Esta entrada tiene dos objetivos.

Por un lado, un agradecimiento enorme a las personas que colaboraron, que dejaron a un lado las prisas, los horarios, las obligaciones y demás cosas para intentar ayudar a resolver una situación complicada.
Ese es el tipo de personas que te hacen recuperar la fe en nuestra especie. Pero uno no puede evitar pensar en la cantidad de coches, motos, camiones... que pasaron junto al animal y pensaron "esto no va conmigo...". 

En fin, a esas cuatro-seis buenas personas que ayudaron (especialmente al muchacho que acabó haciéndose cargo de Scooby) les quiero dar las gracias no solo por haberse parado a ayudar, sino también y sobretodo porque han demostrado un respeto brutal al tratar con Scooby. Sus gestos, las voces, las caricias... era justo lo que el perro necesitaba. Por su aspecto, además comida y bebida, ese animal necesitaba motivos para volver a confiar en las personas

Por otro lado, sigo echando en falta una respuesta social a este tipo de situaciones. Es triste que la gente no se preocupe por los demás, pero creo que vamos mal si tampoco la administración ni las autoridades lo hacen.

El peligro REAL que supone un animal de esas características moviéndose erráticamente por una carretera nacional en pleno horario matinal de ir al trabajo, en una carretera además muy transitada por vehículos de gran tamaño y peso... creo que la situación merece algo más que un "Aparten al animal a un lado y sigan circulando... ahora va una patrulla" como respuesta. 

Ninguna patrulla se presentó en los más de 40 minutos que duró la situación (y eso solo contando desde que llegué yo. pero lógicamente el perro ya estaba allí antes...). Ni mossos ni policía local, ni el Tato... y cuesta creer que una patrulla tarde tanto teniendo en cuenta que no estábamos ni a un kilómetro de l'Arboç. Hubiesen llegado hasta caminando de haberlo querido.
No solo el animal estaba en peligro. También lo estaba cualquier persona que circulara por ahí: coches, camiones, motos y autobuses. Además la vía del tren también está muy cerca.

A veces uno piensa que lo difícil es que no pasen más desgracias de las que ya ocurren a diario...

Y lo peor es que este tipo de situaciones son mucho más frecuentes de lo que nos creemos. Aunque no se cuenten, ocurren y quizá si se contasen más seríamos más conscientes de la realidad que nos rodea y, quién sabe? puede hasta que lográsemos cambiar algo las cosas.

Ese día, que no ha sido hoy, 6 personas llegamos tarde al trabajo. Dos nos quedamos sin desayuno. Uno llegó tarde a su entrega y quizá otro no fue esa mañana a trabajar. Pero esas 6 personas nos demostramos los unos a los otros que vale la pena confiar en los demás, y no sólo eso, se lo demostramos a un animal que había perdido casi toda esperanza en el ser humano.

Salud!

jueves, 2 de junio de 2016

el beneficio de la duda

"entonces, ¿tu crees que aunque sea una border collie la podemos tratar como una perra normal?"

Al escuchar o leer esta frase, a uno le pasan muchas cosas por la cabeza. 
Pero cuando la frase viene de una persona que admiras y respetas por su manera de ser y de hacer las cosas, a uno se le tambalean ciertas cosas por dentro y reflexiona.

Lo cierto es que esta frase la he escuchado muchas veces, formulada de varias formas, de boca de diferentes personas, disfrazada de pregunta o de teoría y maquillada para dar explicación a ciertas cosas. Y a eso a es a lo que voy. Porque el hecho de que esta persona se haya hecho esta pregunta a estas alturas me da mucho que pensar.

Para ubicaros un poco, os diré que conozco a esta persona y a su pareja desde hace años. Son grandes personas, ambas amantes de la naturaleza y de los animales. 
Fueron los mejores compañeros de un perro que adoptaron y que se fue demasiado temprano. Ese perro era también un border collie.
Durante muchos años coincidimos en cursos, salidas y eventos caninos. Así nos conocimos. Y desde entonces he visto en ellos una implicación sin igual para ayudar al que era su compañero en aquél entonces, que traía una historia complicada heredada de su vida anterior.

Se volcaron de tal forma que lograron sacar a su compañero del pozo emocional en que algún desgraciado le había metido y os puedo asegurar que ese perro se transformó casi por completo. Se convirtió en un maestro y para mí también en un ejemplo de lo que debería ser un perro: tranquilo, seguro, atento, elegante... Se convirtió para mí en un perro ejemplar, y sus compañeros humanos se convirtieron también en un ejemplo. Con la paciencia como bandera y la empatía como alimento recorrieron un camino precioso que, como he dicho, acabó quizá demasiado temprano para los que les queremos. Pero la vida a veces es así de dura.
Durante los años que caminaron juntos, soportaron muchas "teorías" y consejos de expertos en perros y más concretamente en border collies que les decían lo "mal" que lo estaban haciendo, que un perro de esas características necesita ejercicio, y practicar deporte diariamente, y hacer no se yo cuántas cosas para poder comportarse "bien". Que si no hacían todo eso, el perro rompería cosas, ladraría a otros perros y poco menos que se volvería majareta.
Por suerte, ahí estaba el Maestro de cuatro patas que les enseñaba cada día lo equivocados que estaban esos "expertos consejeros". Su vida, mucho más tranquila y relajada que la de la mayoría de border collies que he conocido, hacía de él una referencia de paz y tranquilidad.
Ahora comparten su vida con una jovencita peluda de la misma raza. Una perrita preciosa, adorable y con la energía de un cachorro de un año, que es lo que tiene.

Explico esto para poneros en situación, porque me parece muy injusto que unas personas que han trabajado duro durante años, que saben y conocen las particularidades de la raza quizá hasta mejor que muchos criadores, se vean sometidas a este tipo de presión hasta el punto de tener que dudar de sí mismos.
Para ellos va esta entrada, y también para todas aquellas personas que comparten sus vidas con algún perro o perra de alguna raza estigmatizada (es decir, casi todas...) y que han de aguantar los reproches y los consejos de "los más sabios".

Para ellos sólo un humilde consejo: no permitáis que nada ni nadie os haga dudar de vosotros. Vuestro mejor aval tiene nombre y aunque ya no esté entre nosotros, sigue y seguirá enseñándonos cosas y eso pasa porque se cruzaron en su vida dos grandes personitas que le permitieron dejar atrás su pasado, su raza y sus historias para ser el gran perro que todos los que le conocimos recordamos.

Para el resto: si sois compañeros o compañeras de alguna raza estigmatizada o marcada, no os dejéis llevar por las leyendas, los mitos y los consejos del resto. Basar vuestra opinión en vuestros propios hechos y verdades, en lo que veis y sabéis y permitiros dudar siempre y cuando vuestro compañero o compañera os lo sugiera.

En esta entrada me he centrado en el border collie porque en este caso concreto es la raza que nos incumbe, pero esto es perfectamente extrapolable a cualquier raza, a cualquier perro. Antes de ser de raza X, es un perro. La raza marcará ciertos aspectos de su morfología y quizá dibujará en su carácter la predisposición para ciertas tareas, ciertas acciones o comportamientos. Pero es tan mínimo el peso real que eso tiene en el resultado final que creo que es absurdo hablar de grandes diferencias entre razas.

No olvidemos esto nunca, y quizá podríamos plantearnos empezar a aplicarlo también entre nosotros, ¿no creéis?
Salud!

P:D: He evitado nombrar a las personas y al perro (o perros) implicados por puro respeto. Sólo las personas sabias se pueden permitir dudar. Y creo que estas personas son ya tan sabias que se pueden permitir dudar hasta de sí mismos. Para eso estamos los demás, para ayudar en lo posible cuando esto sucede.