domingo, 26 de febrero de 2017

Comunicación Química: más allá de nuestros sentidos

Seguramente alguna vez hayáis oído e incluso usado la expresión "tener química" para hacer referencia a alguien. Pues esta expresión, dicha la mayor parte de las veces a la ligera, podría tener un sentido muy real y práctico en el mundo que perciben los perros. Sobretodo en cómo lo perciben.

Dejando de lado lo anecdótico de la expresión en sí, lo cierto es que humanos y perros compartimos espacio y tiempo, pero no percibimos la realidad que nos rodea del mismo modo. Sabemos, de hecho, que los perros utilizan sus sentidos de forma muy distinta a nosotros. No descubrimos nada al decir que los perros utilizan el olfato como sentido principal y eso les permite conocer y reconocer el mundo.
Sabemos también que el olfato del perro es capaz de percibir olores y matices que no somos capaces ni de imaginar (pese a que cada día, en cada paseo nos demuestren de lo que pueden ser capaces).
Y más allá de lo puramente cotidiano para la mayoría (olfateo de basuras, pipis y heces de otros perros, plásticos, envoltorios, etc...) cada cierto tiempo leemos en la prensa casos de perros y perras que han ayudado, por ejemplo, a rescatar a alguien que se había perdido, o que han ayudado a localizar a personas que habían quedado sepultadas. También ayudan a detectar sustancias escondidas y lo más sorprendete, a priori, es que muchos de ellos lo hacen sin adiestramiento previo. Perros que avisan prematuramente a sus propietarios de una enfermedad, antes de mostrar síntomas y antes de que cualquier instrumento médico inventado por el ser humano sea capaz de detectar el más mínimo cambio en su organismo.

Y no sólo eso. Como educador, he conocido muchos perros con una sensibilidad a la comunicación química espectacular. Pero para entender todo esto mejor, quizá sea conveniente explicar qué es esto de la comunicación química.
Para empezar, deberíamos tener en cuenta que la comunicación humano-perro se puede clasificar en tres grandes grupos: oral (voz y sonidos), gestual (lenguaje corporal) y química (COV compuestos orgánicos volátiles).



De los dos primeros grupos ya hemos hablado en otras entradas y no quisiera hacer esta demasiado larga. La comunicación química se distingue de las otras dos porque es la única que es unidireccional. Es decir, así como la voz, los sonidos e incluso el lenguaje corporal son bidireccionales (ambas partes podemos emitir y recibir), nuestro organismo no está tan preparado para recibir, procesar y entender lo que pudiera recibir por este canal (el químico). La evolución nos ha dotado de otras capacidades pero nos ha hecho prácticamente insensibles en este sentido.
Los perros, en cambio, pueden y saben procesar la información que les llega por este canal. Su olfato está preparado para captar este tipo de señales que emitimos de forma involuntaria y que responden a cambios fisiológicos más que a pensamientos voluntarios.
Dicho de otra forma, la comunicación química es el resultado de reacciones fisiológicas en nuestro organismo provocadas por la interacción con el entorno.
Esto se traduce en que resulta absurdo intentar fingir un estado anímico ante nuestro compañero o compañera de cuatro patas. Esa es quizá una de las claves del éxito de la convivencia entre humanos y perros. Su gran capacidad de observación y su olfato van a darle en pocos segundos la información real de cómo nos encontramos. No sirve de nada intentar fingir relajación cuando estamos nerviosos, ni al contrario. Ni nada por el estilo.
Es por esto que cuando se trabaja el miedo, la calma o cualquier otro aspecto relacionado con el comportamiento de nuestro perro lo primero que debemos hacer es mirarnos a nosotros y ser conscientes de lo que podemos estar transmitiendo de forma involuntaria.
Si nosotros no somos capaces de mantener la calma en una situación concreta no podemos pedirle a nuestro acompañante perruno que lo haga. No estamos en condiciones de hacerlo, así que será mejor que ganemos distancia con aquello que nos preocupa y que intentemos empezar a trabajar desde un lugar más apropiado para ambos, en el cual nosotros podamos mantener la calma y relajarnos.
Será entonces cuando todo en nosotros esté indicando a nuestro acompañante que es hora de relajarse.

Para acabar, decir que la voz es quizá la herramienta comunicativa menos eficaz. El lenguaje corporal es mucho más fiable para ellos. Y la comunicación química es probablemente la fuente más eficaz y fiable para ellos. Así que ya que no la podemos controlar (por lo menos voluntariamente), estemos atentos a sus respuestas en este sentido. Porque pueden darnos pistas muy interesantes para resolver conflictos y enigmas que esconden algunos de sus comportamientos.


Salud y hasta pronto!