miércoles, 24 de mayo de 2017

Acariciar a un perro no es un derecho, es un privilegio que hay que ganarse

Así es como yo lo veo. Tal cual lo pongo en el título. Y escribo sobre esto porque a lo largo de estos últimos años me he encontrado con mucha gente que cree que tiene el derecho (y a veces parece que hasta la obligación) de acariciar a Rudy, y él tiene sus reservas al respecto.

Como digo muchas veces, acariciar a Luna prácticamente "es gratis". Es decir, no cuesta nada. A poco que la mires y le digas algo ella se acercará a ti moviendo el rabito y probablemente se siente en tus pies esperando que una mano caiga sobre ella. A veces hay suerte y esa mano es educada y respetuosa. Otras veces, la gran mayoría, esa mano es brusca, torpe o descuidada pero Luna le echa paciencia si la persona en el fondo es agradable. Si la persona en cuestión es muy torpe simplemente se levantará y se apartará.

Pero cada individuo es un mundo, y en este sentido, Rudy y Luna son muy distintos. Rudy es muy prudente. Se toma su tiempo, observa y valora antes de acercarse y a veces ni siquiera se acerca a la persona. Aunque ésta le llame, Rudy no se acerca si no lo ve claro.
Pero esto no parece importarle a muchas personas que unilateralmente deciden interactuar con él, y normalmente lo hacen de la manera más torpe: inclinándose sobre él y alargando las manos para dar las clásicas palmaditas en la cabeza.

Rudy ha aprendido a tener paciencia pero a menudo la gente sobrepasa esos límites y es entonces cuando escucho una frases tipo: "- oye! me ha gruñido!" o "- ¿me está gruñendo por acariciarle?" y yo me veo en la situación incómoda de tener que explicarle a esa persona que no le está gruñendo por acariciarle, sino que lo hace porque está siendo un maleducado.

Los niños lo entienden mucho mejor que los adultos. Aunque también es cierto que a un adulto no siempre es fácil decirle que se está equivocando en algo.

He conocido muchos perros que, como Rudy, toman precauciones antes de acercarse o de interactuar con alguien. Las razones por las que lo hacen son muy diversas. Pero lo que está claro es que todas y cada una de ellas son y han de ser respetadas. Sólo así lograremos un buen entendimiento entre ambas partes.

Cuando me llega un caso de este tipo, lo primero que suelen comentarme en la visita es la diferencia de comportamiento que ven en el perro o en la perra respecto a lo que hace habitualmente. Y no es por nada en concreto, sino más bien por un conjunto de cosas que suelo tener siempre en cuenta. Me gusta cuidar los detalles porque sé que los perros son animales muy sutiles y muy observadores. Y quizá esta actitud me lleva a crear algún tipo de complicidad. No lo se. 
El caso es que cada vez estoy más orgulloso del carácter "gruñón" de Rudy y no por el hecho de que sea desconfiado (porque no lo es), sino por el hecho de exigir respeto y educación. La convivencia con Luna le ha permitido desarrollar estrategias similares y cuando puede, se da media vuelta haciendo un movimiento ninja y se aparta de la situación como hace Luna.

El mensaje que Rudy y muchos otros perros y perras lanzan con esta actitud no es un mensaje violento ni amenazante. Al contrario, es una llamada al respeto. Pero no siempre se interpreta como tal y creo que es una lástima porque nos estan dando lecciones gratis cada día.

Como digo en el título y no me cansaré de repetirlo, acariciar a un perro no es un derecho del ser humano. Es un privilegio que debemos ganarnos y ya no sólo para con los perros los demás, sino que empezando por los que tenemos en casa y aprender con ellos.

Salud!

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