miércoles, 25 de enero de 2012

obediencia de besugos

Esta entrada se la dedico a todas esas personas que me preguntan: "¿y tu perra qué sabe hacer? el mio sabe sentarse, tumbarse, dar la patita, hacer croquetas, pasa por debajo de las piernas..."

Muchas personas disfrutamos haciendo cosas con nuestros perros. Jugamos con ellos, paseamos, nos los llevamos al centro comercial, conviven con nosotros... Pero no tantos perros disfrutan haciendo cosas con sus propietarios. Y esto es algo preocupante. Los perros, por naturaleza, están encantados de realizar actividades conjuntas con nostros. Fueron ellos los que en su día empezaron a acercarse a nosotros. Muy probablemente, como describe Konrad Lorenz en su libro cuando el hombre conoció al perro, la primera actividad que cánidos y humanos hicimos en equipo fue cazar. De ahí nació una relación que ha ido evolucionando hasta hoy.
Pero quizá la palabra "evolucionado" no sea la correcta, ya que hasta cierto punto yo creo que podríamos hablar de "involución" en lo que a nuestra relación con ellos se refiere. Me explico: no creo que hace cientos o miles de años, los humanos de una família salieran a cazar con su familia canina y empezaran a decir: "sienta, sienta, espera, quieto, sienta, sientaaaa..." o que se encontraran dos humanos prehistoricos acompañados por sus canes y uno le dijera al otro: "mi perro se tumba si se lo pido, mira: tumba, tumba, tumbaaaa..."

Lo que quiero decir con todo esto es que nadie, repito, NADIE enseña a un perro a sentarse, tumbarse, dar la vuelta... etc. Con suerte lo que estaremos haciendo es comunicarle a nuestro perro que una determinada palabra o que un determinado sonido está relacionado con un comportamiento en concreto. Dependiendo de nuestra habilidad, el proceso será más rápido o más lento; más efectivo o menos. Lo que sucede en la mayoría de los casos es que el perro adiestra al humano.
No he conocido un perro que no sepa sentarse, tumbarse, dar vueltas, ponerse de pie, mover sus patas delanteras y traseras, etc. sin que se lo haya enseñado nadie.

Me gustaría volver a hablar de las personas que al empezar mencionaba. Esas personas que creen haber enseñado su perro a hacer raíces cuadradas. No tengo nada en contra de la "obediencia" ni de las habilidades. Pero sí me molesta que me digan que mi perra es menos que otro/a porque no "obedece" mis órdenes. Efectivamente, mi perra no obedece órdenes. Ni mías ni de nadie. Pero es que yo tampoco le ordeno nada, simplemente se lo pido. Si ella lo quiere hacer, lo hace. Si no lo quiere hacer, o prefiere hacer otra cosa, pues no lo hace.

Resulta curioso que alguien castigue a su perro porque en vez de sentarse ante la señal "seu" se ha tumbado, o porque tarda 30 segundos en venir desde que le llamaste. A veces yo le digo "seu" a Luna y ella se tumba, pero mi reacción no es ni mucho menos el castigo. Lejos de eso, la felicito y la premio. Ella ha hecho algo. Ha interpretado que le estaba diciendo algo y ha hecho lo que ella ha creído correcto. Podria haberse marchado, podría haberse levantado a modo de caballito, podría haber girado la cara... podría haber hecho mil quinientas cosas, pero ha hecho algo muy similar a lo que le he pedido. Para ellos, la posición de sentado es relativamente incómoda. Sería algo parecido a que nosotros nos pusiéramos en cuclillas. En cambio, tumbados están mucho más cómodos y relajados.

Probablemente Luna ha llegado a la conclusión de que el "seu" y el "terra" significan básicamente lo mismo: "espera aquí" y ella decide cuando esperar sentada y cuando tumbada. Para ellos sería mucho más sencillo si aplicásemos la "obediencia" a la práctica. A la vida que hacemos cada día. A mi no me sirve de nada que un perro sea capaz de sentarse 96 veces seguidas si cuando voy al super no puedo dejarlo fuera esperando tranquilamente (por ejemplo). Esto sucede. Las mismas personas que alardean de una obediencia de campeonato luego se encuentran que esa obediencia no es práctica. Si se quieren sentar en una terraza a tomarse algo han de estar permanentemente diciendole al perro que se siente, que se esté quieto o que se tumbe. A mi me basta con sentarme para que Luna se tumbe a mi lado o debajo de la silla.


Si eres de esas personas que necesita decirle 50.000 veces la señal a tu perro para que realice un comportamiento, deberías replantearte si el adiestramiento es el correcto. Pero antes que nada, deberías darle infintas gracias a tu perro por no haberte mandado a paseo delante de todos y hacer caso de tus indicaciones (además de por el esfuerzo previo para comprender tus indicaciones, claro...)

Dicho todo esto, dejo abierto el camino para futuras entradas sobre este tema, ya que da mucho de sí y no quiero extenderme demasiado :P Para el proximo día dejo pendiente la costumbre humana de poner distintas palabras para un mismo comportamiento.

lunes, 9 de enero de 2012

Shena, la princesa perruna

Durante estos dias, quien más quien menos hemos tenido algo de tiempo libre. A mi me hace gracia eso de tiempo "libre", ya que no conozco ninguna unidad que mida el tiempo "preso", pero bueno, esta reflexión la dejaré para otro día.
Como buen animal social que soy, me gusta dedicar mi tiempo libre (por lo menos parte de él) a estar con mis amigos. Lo que voy a contar me pasó en casa de unos buenos amigos, pero las protagonistas andan a cuatro patas. David y Roser conviven con dos perras. Una boxer de unos 9 años (Shena) y una border collie jovencita, que no llega a los dos años (Ganjah).
Fue al día siguiente de Reyes. David y Roser me invitaron a pasar la tarde en su casa. Pero no me invitaron a mi solo, invitaron también a Luna.
Entré solo, dejando a Luna en el coche. Las tres perras se conocen pero creí más oportuno entrar yo solo y luego, al rato, entrar con ella. Entré en su casa y me recibieron, como siempre, las dos perritas. Un ambiente de paz y tranquilidad reinaba en casa, y ese ambiente se les contagió a las perras. Lo normal es que se pongan super contentas y efusivas para saludarme. A Shena a veces se le escapa algun ladrido de juego. Pero ese día me recibieron mucho más tranquilas de lo habitual.
Pasado un rato, decidimos entrar a Luna. Pero nos asalta una duda: ¿dejamos que entre Luna con las dos perras? Luna es una perra muy sensible. Además Ganjah y Shena estaban muy tranquilas y no queriamos romper esa paz. Sé que los perros grandes intimidan a Luna, y Shena es bastante más grande que ella. He de apuntar que los boxer parecen tener cierta tendencia a usar las patas delanteras, cosa que a Luna no le hace demasiada gracia. Por su parte, Ganjah es más pequeña que Shena, pero mucho más movida debido a su edad. También sé que los movimientos rápidos preocupan a Luna, y más si es en un sitio cerrado y "extraño". Pero viendo lo tranquilas que estaban, decidimos que entrase Luna estando Shena y Ganjah presentes.

El trayecto del coche hasta la puerta de la casa fue muy largo. No porque hubiera mucha distancia (había apenas unos 5 metros hasta la entrada) sino porque Luna quiso olerlo TODO. Y yo, obviamente, no sólo la dejé oler todo lo que ella quería, sino que la acompañaba y la invitaba a oler cosas. Probablemente ese rato le sirvió para saber dónde estabamos y qué nos podiamos encontrar dentro (aunque yo ya lo supiera :P).

Al entrar, igual que cuando entré yo solo, Shena y Ganjah nos vienieron a recibir. Pero mi sorpresa fue mayúsucla al ver que, apenas pasados unos segundos, Luna movía su rabito frenéticamente. Estábamos aún en el marco de la puerta, no habíamos entrado. Shena también meneaba su rabito y sus patas traseras dándole la bienvenida a Luna, y Ganjah se puso muy contenta y empiezó a invitar a Luna a jugar.

Debe ser cierto eso de que los perros se parecen a los humanos que conviven con ellos, porque a Luna no le gustan las presentaciones ni las despedidas, como me pasa a mí... La verdad es que pasados unos minutos, Luna parecía estar incómoda. Shena intentaba por todos los medios tranquilizarla. Le hacía ver que pese a su tamaño, no era una amenaza. Ganjah se ponia nerviosa porque veia mucha tensión en Luna, que se mantenía sentada cerca mio con la boca cerrada.

Seguían pasando los minutos y Shena seguía en su empeño. Ganjah cuando vio que Luna no estaba de humor para jugar, decidió retirarse a un lado y echarse junto a Roser. Shena estaba pagando la factura de un esfuerzo titánico: contener esa euforia, esa felicidad, esas ganas de jugar con Luna. Shena se moria de ganas por jugar con Luna, pero sabía que cualquier movimiento o gesto podía ser malinterpretado, y medía muy mucho lo que hacía. Luna estaba preocupada, y la prioridad de Shena fue tranquilizarla en todo momento. Hay que destacar que durante todo el proceso, Ganjah también colaboró. A principio invitando a Luna a jugar. Luego se puso un poco nerviosa porque Luna no respondía a sus invitaciones y se apartó. Se tranquilizó y luego se dedicó a "romper el aire". Cuando hablo de "romper el aire" quiero decir que se paseaba entre Luna y Shena constantemente. Era como si midiese el nivel de tensión en las miradas y actuara justo en el momento adecuado para cortar ese hilo imaginario.

Cuando Shena al fin empezaba a conseguir que Luna se sintiese cómoda, Roser dijo algo así como: "ahora sólo falta que se tranquilice Shena". Fue un comentario entre nosotros, entre los tres humanos. Pero Shena lo captó enseguida, y sin decir ni hacer nada, se apartó de nosotros, se puso a oler algo que seguramente ya haya olido más de 100 veces y al cabo de unos minutos acabó estirandose en el suelo.

Hace años, cuando era más pequeño, recuerdo que tenía la convicción de que los perros nos entendían. Obviamente no era más que un pensamiento y una fantasía infantil. Ahora, pasados muchos años, empiezo a estar convencido de ello... nos entienden más que nosotros mismos.