Hay muchos más beneficios. Podría hacer una entrada entera hablando únicamente de los beneficios de la correa larga. Pero creo que es algo que cada uno debe experimentar en primera persona, porque los cambios son distintos según el individuo. Yo tengo dos perras y ambas se comportan de manera muy distinta con la correa larga. Os invito a que probéis a pasear a vuestros perros con correas bien largas y observéis los cambios. Podemos hacer correas totalmente personalizadas en casa comprando la correa que más nos guste (yo utilizo cuerda de escalada porque cuesta más que se hagan nudos, que se enganche en algún sitio y no se rompe. además hay distintos grosores, lo que nos permite tener la correa perfecta en longitud y grosor) y un mosquetón en alguna ferretería (cuestan aproximadamente un euro).
Pero como he dicho, hoy no voy a hablar de los beneficios ni de cómo fabricar una correa larga. Voy un paso más allá y hablaré sobre lo que sucede cuando no manejamos bien esa correa.
Hay que entender que la correa, sea de la medida que sea, es un instrumento de comunicación. Algo similar a aquello de los dos yogures atados con una cuerdecita que de pequeños nos hacía las veces de teléfono. El funcionamiento de la correa no está muy alejado del experimento de los yogures. Cuando ponemos una correa a nuestro perro estamos convirtiendo al perro en receptor de lo que nosotros le trasmitamos. El problema es que no siempre somos conscientes de esto, y de hecho, aun siéndolo, no creo que nadie sea capaz de controlar al 100% lo que le trasmite a su perro por la correa.
Cuando la correa está totalmente tensa, la información que recibe el perro tiende a ponerle "en guardia", a activarlo. No digo necesariamente que sea algo malo. Simplemente es algo a tener en cuenta. Por ejemplo: un perro ve un gato, tensa la correa al máximo y se queda ahí, mirando fijamente al felino. Si nosotros hacemos algún movimiento al otro lado de la correa, es muy probable que el perro ladre, gimotee o intente llegar un par de pasos más allá. En definitiva, estamos "activando" al perro.
Cuando la correa está tensa, la información transmitida es muy directa. Pero... ¿qué pasa cuando la correa va arrastrándose por el suelo?
Estos casos son menos llamativos. Cuando un perro "sabe" (está habituado a...) pasear con correa larga, se produce el milagro: el perro no tira de la correa, huele mucho más las cosas, va más tranquilo, no se activa cuando le ladran otros perros, parece no tener prisa y en ocasiones camina muy cerca nuestro (pese a que la correa le permite irse a 4 metros). Hasta aquí todo bien, pero este es sólo el primer paso. Cuando el perro camina cerca nuestro, debemos procurar que la correa no toque el suelo. No arrastremos la correa. Lo ideal es mantener una "tensión" lo suficientemente alta como para que no arrastre y lo suficientemente floja como para que no suponga una incomodidad para el perro. Esto se empieza a complicar ¿no? Ahora ya no es coger una correa larga y a pasear. Ahora hay que estar atentos a la correa. No puede ir ni muy tensa ni muy floja. Os advierto que para hacer esto de manera cómoda no queda otra que practicar. Con el tiempo desarrollamos destreza para todo tipo de cosas, incluso para dar y recoger correa.
¿Por qué debo recoger la correa? A mi no me molesta que se arrastre por el suelo, o que se ensucie y se moje. Al fin y al cabo, es una correa...
Bien, no se trata de algo estético o higiénico. Tampoco pretendo que la incomodidad de recoger y dar correa sea gratuita. Tiene un sentido mucho más práctico. Cuando la correa va por el suelo podríamos decir que lo que le transmitimos al perro es "sonido blanco" (ese ruido que hace la radio cuando no hay ninguna emisora sintonizada, ese Ssshshhshshhhh tan característico). Y eso me lleva a una reflexión:
¿cómo diablos puede un perro pasear más tranquilo si le transmitimos eso, que a nosotros llega a resultarnos desagradable y odioso?
La respuesta es bastante sencilla. Pensemos que sólo tenemos una TV en casa. Esa TV no se puede apagar y sólo sintoniza un canal. Ese canal es Intereconomía. Nadie nos ha explicado cómo se sintonizan los otros canales y el manual de instrucciones está en chino mandarín. No podemos apagar la tele de ningún modo ni quitarle el volumen... ¿verdad que en una situación así agradeceríamos que de repente se fuera la imagen y se volviera todo gris (como antiguamente, antes del TDT)? El sonido blanco nos parecería incluso una bonita melodía.
Pues algo parecido les debe pasar a los perros con la correa. Arrastrar la correa por el suelo es un mal menor que pueden soportar perfectamente. Si nos paramos a pensar, el que ha conseguido por méritos propios des-sintonizar intereconomía (trasteando los menús de la tele, dando golpes, probando los botones al azar...), primero disfrutará del éxito y luego intentará sintonizar otro canal. Quién no ha hecho nada por cambiar esa situación, se dará con un canto en los dientes por haber perdido de vista el maldito canal.
En general, creo que la inmensa mayoría de los perros han intentado convencer a sus propietarios para que cambiaran el canal. Pero ha pasado tanto tiempo y en medio han pasado tantas cosas, que cuando el propietario por fin se decide a cambiar el canal y hacerse con una correa larga el perro ya no tiene la misma motivación, y se conforma con eso. Como he dicho, eso es sólo el principio. Con el paso de los días y de las semanas, el perro empezará a darse cuenta de que puede sintonizar algún otro canal, o como mínimo, considerará que vale la pena intentarlo. Es entonces cuando nosotros entramos en juego. Debemos darle esa posibilidad. Debemos crear en el perro la sensación de que paseamos en equipo, y que la correa es un excelente instrumento de comunicación para ambos. Es a partir de ese momento que surge la magia. Paseos enriquecedores, negociaciones constantes que me atrevería a decir que son casi conversaciones. Pese a que el perro no hable y apenas nos mire podemos estar seguros de que la correa, si mantenemos la tensión adecuada, le transmitirá en todo momento la información que queremos y como queremos.
Sólo es necesario un poco de paciencia y práctica. Vuestros perros perdonarán todos los errores que cometais en el proceso, lo digo por experiencia. A día de hoy, todavía siguen enseñándome cosas. Diariamente aprendo algo cuando salgo a pasear, y eso es algo que deben notar. Como dice una frase anónima: errar es cosa de humanos, perdonar es cosa de perros.
Dicho todo esto, os invito a que probéis a pasear con correa larga (los que no lo hacíais) y a los que ya lo estabais haciendo, os invito a que estéis atentos a la correa para que la comunicación no sufra demasiadas interferencias ;) un abrazo a tod@s