domingo, 27 de agosto de 2017

Xerrada gratuïta a finals de setembre

El dia 30 de setembre, dissabte, xerrarem una mica sobre educació canina al Parc de la Sínia, a Calafell. La xerrada serà curteta, aproximadament d'uns 45 minuts o una hora. Exposaré el meu punt de vista al voltant de les problemàtiques més habituals i comuns, tractaré d'explicar el perquè poden donar-se determinats comportaments en els nostres gossos i gosses i d'aquesta manera orientar una mica a les persones que vulguin millorar algun aspecte de la relació amb el seu gos o gossa.

Com bé diu el títol d'aquesta entrada, la xerrada serà completament gratuïta. A canvi, només es demanarà als assistents un donatiu voluntari que anirà destinat íntegrament a l'Associació per la Defensa i Protecció dels Animals de Calafell (ADIPAC).

D'aquesta forma tractarem de visualitzar la tasca d'aquestes persones al nostre municipi, i a la vegada ajudarem econòmicament a l'associació per tal de que pugui continuar fent la seva feina que tant important resulta, per desgràcia, a la nostra societat.

Sempre he cregut que educadors, protectores i veterinaris som part del mateix equip. Un equip multidisciplinari que té com a objuectiu final el benestar dels animals que vieun amb nosaltres. Realitzant tasques molt diferents, som tres potes del mateix taburet i això ens hauria de permetre col·laborar de forma eficaç i efectiva. Per desgràcia, aquesta combinació, aquest equip multidisciplinari, aquest engranatge és més difícil de moure si qui s'encarrega de lubricar-lo i engreixar-lo, no ho fa.
En aquest cas, són les administracions les encarregades de propiciar que aquest eix social funcioni adequadament. Porporcionant mitjans, nodrint de pressupost o sencillament no dificultant les tasques que aquestes persones realitzen per amor i estima als animals.

En fi, tothom qui vulgui venir, el dissabte dia 30 ens veiem!



Salut!


sábado, 12 de agosto de 2017

El Mito de la Caverna del siglo XXI.

Cuando Platón hace unos 2000 años planteó el Mito de la Caverna en su libro La República no creo que fuese consciente de lo actual y contemporáneo que resultaría tantos siglos después.

Para quien no lo conozca, el Mito de la Caverna de Platón describe la situación de un ser humano condenado a vivir desde su nacimiento aislado en una caverna de la que no puede salir, y percibe el mundo de esa forma. Su contacto con el mundo exterior se limita al juego de luces y sombras que la luz del Sol arroja en la entrada, de tal modo que su idea de ser humano se limita a algo así como a una serie de sombras alargadas en movimiento.

Esta es una interpretación muy propia y libre de la obra, y recomiendo mucho su lectura porque es como La Metáfora de muchas cosas, pero sobretodo de los límites que el ser humano pone a su propio conocimiento.

Dicho esto, utilizo como referencia esta historia de Platón porque creo que refleja perfectamente la situación de muchísimos perros hoy en día.
Muchos perros viven aislados en sus casas y jardines. Se les priva desde bien temprano del contacto con el mundo exterior y de las relaciones con otros individuos de su especie y poco a poco se transforman en ese individuo que describe Platón en el relato.
Son esos perros que ven el mundo desde una terraza o un jardín. Que corren por la valla que da a la calle de punta a punta ladrando y queriéndose comer a todo el que pasa por delante.

Por desgracia para ellos, muchos perros que viven en casas sufren un aislamiento terrible del mundo que les rodea, y eso repercute enormemente en su salud. Tanto física como mental y emocionalmente, el perro pagará las consecuencias de ese aislamiento y eso repercutirá, obviamente, en la convivencia.

Es por eso que son tan importantes los paseos. Y no sólo el hecho de pasear como tal, sino de que los paseos sean lo más completos posibles, adecuando las salidas a las características de cada un@. 

No sólo el confinamiento en jardines provoca la sensación de aislamiento. También privar de una adecuada interacción con otros perr@s convierte a nuestr@ compañer@ poco a poco en el protagonista perruno del mito de la caverna del s. XXI.

En nuestras manos está convivir con un animal pleno o hacerlo con un rehén.

martes, 8 de agosto de 2017

Un macarra, una rubia y un buenazo.

Ayer por la tarde acudí a un local social acompañado de Luna y Rudy. No suelen venir conmigo a este tipo de sitios, entre otras cosas, porque creo que no son los mejores lugares para pasear (se aburren, no pueden explorar, tienen que estar atados...). Pese a todo, ayer decidí que me acompañaran. Iba a ser poco rato y al primer indicativo de agobio por su parte, nos marcharíamos.

El local es como una pequeña burbuja de tranquilidad en mitad de todo el ruido y gente que va a la playa, a comprar o a pasear.

Alguna vez había coincidido en el local con Rocky, un alegre y bonachón labrador de color chocolate, de unos 5 años de edad y compañero de los propietarios del negocio. Y ayer fue uno de esos días. La diferencia es que siempre que habíamos coincidido yo iba solo, y pasamos buenos ratos de masajes, miradas y caricias.

Ayer yo iba acompañado, y eso hizo que Rocky se comportara ligeramente distinto.

Nada más entrar por la puerta vino a saludarme, pero se frenó a un metro aproximadamente cuando vio q tras de mí entraban Luna y Rudy. Ellos fueron desde ese momento su foco de atención.

Se acercó para saludar a Luna primero, pero no se esperaba que el más pequeño de los tres fuera el más macarra. Rudy se interpuso entre Rocky y Luna, frenando el enérgico avance de éste y proponiendo una situación nueva: ahora hay que saludar a Rudy para poder llegar  a Luna. Y hasta cierto punto, la actitud de Rudy se podría considerar "desafiante" para con Rocky (plantado en pose de chulito, pecho fuera, cabeza alta, boca cerrada, orejas tiesas...)

A todo esto me gustaría destacar el hecho de que Rocky se movía libre y sin correa por el local (local que además conoce perfectamente) mientras que Luna y Rudy permanecían atados a una correa que sujetaba yo.

Como alguna vez ya he comentado, el comportamiento de los perros puede ser muy distinto si van con o sin correa, y ahí estaban los tres actores caninos para hacernos una demostración in situ.

Pasados unos minutos, Rocky seguía en su empeño por conocer a Luna, que permanecía echada junto a mí en pose de esfingie. Rocky, desde la distancia, buscaba estrategias que le permitieran resolver con Rudy sin entrar en conflicto para luego poder conocer a la rubia, que se lo miraba todo con interés.

Habían pasado ya varios minutos y las  cuatro personas que estábamos allí observábamos la situación sin intervenir. Pensé que tanta atención no ayudaba a Rocky en su tarea, ya que éste no paraba de mirarnos. Tenía la sensación de que le estábamos poniendo demasiada presión y decidí intervenir. Comencé a hablar, explicando lo que yo veía que estaba pasando con el objetivo final de distraer un poco la atención de las personas. De esta forma, tanto Rocky como Rudy y Luna podrían tomar sus decisiones sin tanta presión.
Dos de las tres personas parecían estar muy interesadas en lo que explicaba, e incluso nos explicamos anécdotas que ilustraban todo lo que allí estaba pasando. La tercera persona no parecía demasiado convencida. Aguantó bastantes minutos sin hacer prácticamente nada (básicamente chistaba a Rudy cuando éste gruñía a Rocky, cosa que me daba más pie a seguir hablando y que preocupaba muy poco o nada a los tres perros). Finalmente el muchacho no pudo contenerse decidió intervenir para "solucionar" la situación.

Rocky había logrado avanzar mucho en sus "negociaciones" con Rudy, hasta el punto de que Rudy se había movido de sitio y ahora dejaba claramente el camino despejado para que Rocky se acercase a Luna. Rudy se colocó todo lo lejos que la correa le permitió y de espaldas a la situación. Pero Rocky había aprendido a tomar precauciones, y no se dirigió directamente hacia Luna, sino que empezó a  rodear la situación.

Esto fue lo que colmó el vaso de paciencia de la única persona que intervino. Se levantó y se acercó a Luna y a mí (Rudy estaba echado a unos dos metros de nosotros) a la vez que llamaba a Rocky. Y ahí se produjo, para mí, la magia.

Rocky se acercó al muchacho. Orejas hacia atrás, cola caída, paso lento, mirada al suelo... Rudy abandonó su posición para volver a ponerse "en guardia", pero esta vez no era por Rocky, sino por el muchacho que estaba intentando llevar a Rocky hasta Luna.
La rubia, impasible, seguía tumbada junto a mis pies. Rudy no podía acercarse porque la correa se había liado con una pata de la mesa y fue Rocky quien se negó a conocer a Luna en esas circunstancias.

Lo tenía muy fácil, a escasos centímetros. Pero no se había pasado 20 minutos negociando con Rudy para que ahora alguien mandara al traste sus esfuerzos, de manera que se negó a acercarse a Luna. El chico trató por activa y por pasiva de convencer a Rocky. Trató incluso de empujarlo en dirección a nosotros. Pero no hubo manera. Los 30 kgs de labrador chocolate se negaban a avanzar. Plantó su culo en el suelo y el muchacho, de brazos fuertes, no pudo más que moverlo unos centímetros.

Y fue entonces cuando creo que todos vimos el panorama: un ser humano tratando de explicar a tres perros cómo se han de comportar los perros, y los tres perros negando la mayor de la forma más elegante que sabían.

Esto suele pasar mucho más a menudo de lo que algunas personas puedan pensar. Y para su desgracia el resultado no siempre es el narrado en esta entrada.

Finalmente, la situación se solucionó cuando decidí marcharme, al cabo de pocos minutos. Con la excusa de que la correa se había enredado con la pata de la mesa, solté a Rudy y éste pasó olímpicamente de Rocky. Rudy se puso a olfatear y chafardear todo lo que le rodeaba (como hace habitualmente) y Rocky finalmente pudo acercarse y olfatear a Luna.
Fue volver a colocar la correa en el arnés de Rudy y éste volvió a su actitud "desafiante". Antes de marcharme miré a Rocky, que sonreía satisfecho (o esa fue mi sensación, también podía ser que jadeaba agotado por la tensión de la situación).

La intención del muchacho era la mejor, estoy convencido, porque le conozco. Pero a veces olvidamos que los perros son perros y las personas son personas.

Castigar o corregir el gruñido es fatal para la convivencia con nuestros perros y perras. El gruñido es necesario y vital para ellos y para nosotros. 
Intentar mediar en una situación de perros a menudo es más complejo de lo que nos pensamos; y tratar de imponer nuestro criterio sin tener en cuenta lo que está sucediendo a nuestro alrededor es, cuanto menos, temerario.

Rocky consiguió su premio: conocer a la rubia. Pero no a cualquier precio. En educación las formas pueden ser tan importantes como el fondo, y el fin no justifica los medios. Es más, los medios (o formas) a veces importan más que el fin. Como dice la letra de alguna canción: "que no te obsesione el destino, lo mejor está en el camino."

Salud y hasta pronto!

jueves, 3 de agosto de 2017

Las etapas de desarrollo (I)

- ¡mama, mama! Mira ese! tan grande y le tienen que llevar en un carrito! - Le dijo un niño de 3 o 4 años a su madre, mientras señalaba con energía a una persona que pasaba cerca y que iba en silla de ruedas.
- ¡mira cuánto café habrá tomado este señor! - Dijo el niño al cruzarse con una persona negra mientras paseaba con sus padres.

Y así podría poner varios ejemplos más. La verdad es que de crio metía mucho la pata y a menudo dejaba en evidencia a mis padres delante de otras personas. Recuerdo muchas situaciones similares y en parte es gracias a ellos que de vez en cuando me las siguen recordando.

Pero gracias a equivocarme en la etapa apropiada y a recibir buenas referencias de las cuales aprender crecí como individuo y como persona social. Y a día de hoy ya no meto (tanto) la pata. Aprendí a comportarme en diferentes situaciones sociales de manera honesta pero sin decir lo primero que se me pasa por la cabeza. Y así a lo largo de toda la vida. Nunca es tarde para equivocarse y aprender de los errores. El problema viene cuando el error no va sincronizado con la etapa correspondiente. Porque eso a menudo conlleva consecuencias sociales y emocionales.

De ahí que conocer las etapas de desarrollo de los perros sea algo tan vital y necesario para nosotros, las personas que convivimos con ellos.
Sólo así seremos capaces de gestionar situaciones que se nos presentan a diario y acompañar en el crecimiento de nuestro compañero o compañera de cuatro patas.

De la misma forma que pasa con las personas (y en muchas otras especies de mamíferos), el desarrollo de un individuo se divide en distintas etapas, que tienen cada una el objetivo final de hacer crecer emocional, social y físicamente al animal. Durante los dos primeros años de su vida, el perro pasa por una serie de etapas, al principio de su vida más cortas y más largas conforme va creciendo. Obviamente esto no quiere decir que una vez el perro cumple los dos años se hace adulto y ya no aprende nada más. En absoluto. Casi al contrario. Esos dos primeros años son como el "entrenamiento" para lo que le queda de vida de adulto, que son muchos más años.

Si hemos sabido acompañar bien ese crecimiento a lo largo de todas sus etapas, disfrutaremos de una convivencia sana y agradable para el resto de su vida. Si por lo que sea, alguna o varias de estas etapas no se han podido desarrollar correctamente, probablemente nos encontraremos con situaciones incómodas y desagradables durante mucho tiempo y con las que no siempre es fácil convivir.

La importancia del juego en el crecimiento.

Para los perros es vital jugar con otros perros durante su desarrollo y crecimiento. Es necesario por varios aspectos: emocional, social y físico.

"Grupos de investigadores han elaborado formas de impedir el juego a las crías de ratas, durante una fase crucial de su crecimiento, sin privarles, eso sí, de otras experiencias sociales. Las crías crecieron con deficiencias a nivel emocional.[3, 4] Cuando se las expuso a un nuevo ambiente, interactuaron con miedo y fracasaron al intentar adaptarse y explorar, al contrario de como lo haría una rata normal."
fuente: zolani.es

Esta comprobado que para muchos animales, sobretodo mamíferos, es necesario jugar para socializarnos, para aprender de los demás y para compartir. Para saber comunicarte, para empatizar y comprender a los demás... para formar parte de un grupo, para saber desepeñar un rol o una función dentro de un grupo social. Son muchos los beneficios que tiene jugar a todo tipo de cosas durante nuestra infancia y parece mentira que no sepamos interpretar que los perros necesitan exactamente lo mismo que nosotros y que tantos y tantos mamíferos del mundo.

Correas cortas, collares de ahogo o arneses tipo halty, bozales...Todo tipo de artilugios y chismes que limitan a los perros jóvenes y enérgicos que tiran muchísimo de la correa. Y cada vez más restricciones para tener más control sobre sus movimientos, impidiendo a menudo que lleguen siquiera a acercar su hocico al suelo o a otro perro en todo el paseo.

Es jodido ver esa cara de cachorrón que nos mira y nos ladra mientras su propietario le grita y le arrastra alejándole de nosotros. Demasiadas veces he vivido situaciones de este estilo y me sabe fatal.

Es cierto que los perros jóvenes a veces pueden parecer temerarios, o puede darnos la sensación de que han perdido el control sobre sí mismos. Y a menudo sensaciones de ese estilo son las que nos llevan a intervenir y a entorpecer de mala manera su aprendizaje y su crecimiento.

Si no somos capaces de acompañar a un cachorro durante sus primeras etapas, es mejor que pidamos asesoramiento profesional. Porque no es un "vale todo" en cuestión de jugar. De la misma forma que pasa con los críos, nuestra tarea es la de saber qué tipo de entornos son los más apropiados para que nuestro perro o perra se pueda desarrollar adecuadamente sin necesidad de intervenir nosotros. Lugares, perros, personas... Yo suelo decir una frase que dice así: Nosotros podemos decidir el "dónde" y hasta cierto punto el "con quién"; El "cómo" y el "por qué" son cosa suya
Si lo hacemos bien nos ahorraremos esos destrozos en el mobiliario doméstico, esas persecuciones con la zapatilla, esos tirones de correa... etc y obtendremos a cambio una convivencia divertida y enriquecedora, asegurándonos a su vez la compañía de un gran perro o perra adulta para el resto de nuestra vida juntos.

Para acabar, os dejo otro fragmento pequeñito del artículo "Juegos peligrosos: por qué a los niños les encantan y además los necesitan" del enlace que os he puesto antes y con ello os invito a su lectura y a la consecuente reflexión. Sé perfectamente que niños y perros no son la misma cosa. Lo sé. Pero a nivel educativo y sobretodo de crecimiento y desarrollo, no creáis que hay tanta diferencia.

"Tales resultados han contribuido a la «teoría del control de la emoción en el juego» (emotion regulation theory of play, en inglés), una teoría en la que una de las funciones más importantes del juego es enseñar a las crías de mamíferos cómo regular el miedo y la ira [4]. En los juegos peligrosos, los pequeños se dosifican pequeñas cantidades de miedo y practican cómo no perder la cabeza y cómo comportarse según las circunstancias mientras experimentan esa sensación de temor. Así aprenden que pueden controlar el miedo, sobreponerse y salir airosos."

Salud y hasta pronto!