Como dije hace unas semanas, creo que hablar del paseo podría dar para mucho y para que no se os haga aburrido, lo he dividido dos grandes grupos: la gestión del entorno y ser un buen compañero. En esta entrada me centraré en la primera parte: la gestión del entorno.
Hace ya unos años que escuché una frase que quedó muy grabada en mi cabeza. A decir verdad, no recuerdo exactamente el lugar ni el momento. Tampoco sé a quién se la escuché, pero la he tenido muy presente desde entonces. La frase decía algo así como: el ser humano es muy hábil resolviendo problemas y el perro es muy hábil evitándolos. Creo firmemente en la validez de la frase, en la razón que tiene. Hay miles de razones que nos lo demuestran. Entonces, el binomio ser humano-perro debería ser, con perdón, la hostia en la Naturaleza! Pensemoslo: dos de los grandes depredadores con habilidades distintas y completamente compatibles se alían para sobrevivir y destronar a su principal rival (para entender esta parte clicar el enlace y leer el artículo). Hasta aquí bien. Pero miles de años después nos encontramos con que nuestros compañeros "no se adaptan" a nuestros hábitos y costumbres, y esto se traduce en ocasiones manifestando problemas de comportamiento.

Ahora lo que nos ocupa es la gestión del entorno. Y creo que es casi más importante esta parte porque una adecuada gestión del entorno, facilitará, como ya dije, la tarea de ser un buen compañero de paseo.

Como mínimo una vez al día nuestros perros deberían poder ir libres en lugares "seguros". Y al menos una vez por semana deberían poder pasear sin correa por un entorno natural. Ambas variables dependen de nosotros. No hablo de hacer grandes desplazamientos y entiendo que esto que digo, desde el punto de vista de alguien que vive en una zona más urbana, pueda parecer más complicado. Pero insisto, esa es nuestra tarea. Utilicemos el ingenio para resolver esa problemática.

Lamentablemente, es demasiado frecuente ver como los humanos intentamos resolver conflictos caninos que no hemos permitido que evitasen previamente por sus propios medios y que tampoco dejamos que resuelvan a su manera, sino que tratamos de imponer "nuestra forma" de resolver las cosas. Todo esto da como resultado situaciones poco agradables y gratificantes. Desde malentendidos hasta discusiones mayores entre perros y humanos.
Hace unos años tuvimos la oportunidad de impartir nuestros cursos en las instalaciones de una hípica. Allí me llamaron la atención muchas cosas, pero la más curiosa y que viene un poco al caso fue la de cómo paseaban con el caballo desde la cuadra hasta la pista. La mayoría lo hacían con calma, acompañando al animal más que dirigiéndole. Algunos con una mano en la rienda y otra en el lomo acariciando al animal. Y pensé en lo maravilloso que sería que paseásemos igual con nuestros perros. Pero se puede dar el caso en el que esa misma persona que pasea así con el caballo, luego arrastre a su perro o le meta prisa tirando de la correa, o no le permita olfatear algo. Es curioso, triste y casi deprimente, pero creo que la razón fundamental que llevaba a gran parte de esas personas a pasear tan "amablemente" con sus caballos era sencillamente que con un caballo no vale la fuerza, porque gana él. Por suerte no todas las personas arrastran a sus perros, ni les meten prisa y cada vez más personas permiten a sus perros observar y entender mejor el mundo. Cada vez somos más los que, "yendo a mínimos" vamos construyendo una nueva forma de relacionarnos (aunque quizá sea injusto decir "nueva") y de ver la vida de forma conjunta para convivir de forma más sana y agradable.

Conociendo esa distancia, nosotros podremos manejar el paseo y desviarnos, detenernos o acelerar el paso en los momentos que creamos oportunos sin necesidad de intervenir directamente en la situación. Tomar las precauciones que nuestros compañeros a veces no toman por desconocimiento (cuando nos acercamos al final de la acera o a una carretera).
A esto hay quien lo puede considerar proactividad. Es decir, ser previsor de alguna forma. Pero yo creo que va más allá de lo que puede ser la proactividad en sí. Se trata, una vez más, de basarnos en la observación y el conocimiento tanto de nuestro compañero/a como de nuestro entorno.
Como decía al principio cuando hablaba de los neandertales, es curioso que un gran binomio de la naturaleza dé como resultado en el siglo XXI convivencias incompatibles por motivos varios, principalmente por la disparidad de criterios que ambas especies mantienen sobre conceptos tan básicos y fundamentales como el aprendizaje y la educación social de su especie.
Salud!
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