miércoles, 16 de noviembre de 2011

La fábula del mejor perro del mundo

Abro los ojos. Me desperezo. Con los ojos aún entrecerrados, busco la puerta. Está cerrada... debe ser temprano porque el Sol apenas entra por las ventanas. Tampoco es que entre mucho, ya que las rejas impiden que entre toda la luz y dibuja en el suelo unas sombras alargadas que no me gustan. Voy a echarme otro sueñecito.
Ha pasado otro rato y me he vuelto a desvelar. Me incorporo y me vuelvo a dirigir a la puerta, que sigue cerrada. No sé cuánto rato habré dormido. Me aburro... aps! un ruido! por fin!!! rápidamente me desperezo de nuevo y me estiro. Seguro q vienen a verme!! estoy nervioso, no quiero que se enfaden conmigo... otra vez. Seguro que no, esta vez no se enfadarán. Jo, si que tardan. Sigo escuchando ruido arriba y estoy convencido de que vendrán a verme. Me duele la cola de tanto moverla. Estoy sentado, como siempre me dicen que he de estar. Igual es que no encuentran el camino para llegar hasta aquí. Les ayudaré. Empiezo a ladrar. Seguro que así me encuentran antes. Sigo ladrando, cada vez más fuerte. Mis ladridos se mezclan con gemidos porque no puedo soportar este estado de nervios. Estoy alterado porque muchisimas ganas de verles a todos. Sobretodo al más pequeñin de la casa. Hace un tiempo que ya no jugamos. Nos lo pasabamos muy bien juntos, pero un día los mayores decidieron separarnos. Parece que mis ladridos dan resultado. Ahora les oigo más alto. Deben estar más cerca. Sí! están viniendo, oigo sus pasos. ¡Huelo sus ropas! ¡Qué bieeeen! Volveré a estar con el cachorro humano y volveremos a jugar como antes!!
Ya están aquí. Por lo menos eso creo, porque de golpe parece que se han detenido. Están tras la puerta, seguro que me están gastando una broma. Eso es que quieren jugar. Si que tardan, que broma más larga. No la entiendo...
Ladraré otra vez para que vean que sigo aquí. ¡Ahora sí! ¡Han abierto la puerta! Enseguida salto para saludar al humano que viene a verme, pero... ¿qué quiere? Parece enfadado. ¿Qué quiere de mi? ¡No he hecho nada!! Intenta agarrarme por el cuello y golpearme. Me arrastra la cara por el suelo y me obliga a ponerme panza arriba... Q¡ué rituales tan extraños tienen los humanos! Enseguida que tengo oportunidad, me deshago del placaje del humano adulto y salgo por la puerta. Yo quiero ver al humano pequeño. ¡Él sí me entiende! Oigo voces que vienen de detrás mío. Cuando por fin diviso al cachorro de humano, noto como me cogen del collar y me arrastran de nuevo hacia "mi cuarto".
Vale, lo reconozco, quizás no sea el mejor perro del mundo. Quizá sea un perro malo y dominante, como me llaman ellos. Hace mucho tiempo que dejé de oír mi nombre. Sólo se refieren a mi como "chucho" o "perro". Pero yo no sé qué es lo que hago mal. Nadie me lo explica. Sólo me castigan, y yo no sé por qué. Tampoco se por qué nunca salgo a la calle. Sólo salgo de mi cuarto para saludar a un señor que me clava agujas y me da pastillas y chuches. Una vez ví a otro perrito alli, donde el señor de las agujas. No tenia buena cara y ni siquiera me dejaron acercarme a él para preguntarle qué le pasaba. Lo más cerca que he estado de poder hablar con otro perro es ahi. Pero por algun motivo, cuando me fui a acercar, el humano que sujetaba al perrito enfermo le dió tal tiron del collar que lo mandó a la otra punta de la habitación. Cuando salí el perrito enfermo ya no estaba, pero sí estaba su dueño hablando con otro humano. No se de qué hablaban. Sólo entendí dos palabras que a menudo escucho en mi casa: dominancia y sacrificio.
Ya estoy de vuelta a mi cuarto otra vez. Esperaré impaciente otra oportunidad. Sigo sin saber qué hago mal. Paso muchas horas aquí encerrado. Los días se me hacen eternos... Suerte que tengo a mi familia de humanos dispuestos a darme otra oportunidad. ¿ves? ¡ahi están de nuevo! a ver qué hacemos ahora... Me coge del collar, me acompaña al coche. ¡Que bien! ¡vamos de paseo! ¡por finnnnnn! ¡Llevo mucho tiempo sin pisar la calle! ¿habrá cambiado algo? ¡Seguro que hay muchos olores nuevos por descubrir! ¡Estoy muy nervioso y contento!!
El coche se detiene. El viaje ha sido más largo de lo "habitual". Debemos estar muy lejos de casa. Me bajan del coche. ¿No me ponen la correa? ¡qué bien! ¡paseo libree! ¡voy a oler esto! ¡y esto! ¡y esto también! ¡qué bien me lo estoy pasando! ¡Por fin estos humanos me dan la oportunidad de ser perro! ¡cuando llegue a casa me los voy a comer a todos a besos! Sigo caminando y descubriendo olores y... un momento, ¿y mis dueños? El coche ya no está...
Se han ido y me han dejado aquí... ¿y ahora qué hago?


(...)

Tengo frío y mucha hambre. Se ha hecho de noche dos veces y los humanos no han venido a buscarme. Creo que se olvidaron de mi a propósito. Debo ser un perro malísimo para que me hagan algo así... Sigo sin entender nada.
Han pasado ya varios días y ya he perdido completamente la esperanza de que vengan a buscarme. Tengo mucho frio. Los músculos me duelen y me siento cansado y débil. Hace días que no como. También tengo mucha sed... Mis ladridos y aullidos parece que no funcionan. Nadie viene a buscarme. He dado un par de vueltas por la zona para explorar y ver si encontraba algo de alimento, pero no ha habido suerte. Solo hay piedras y tierra.
Se vuelve a hacer de noche. Las noches aquí no me gustan. He perdido la cuenta de los días que llevo perdido. Esta mañana me he acercado a un charco para beber agua y no me he reconocido. Estoy muy flaco y muy feo. Mi pelo ya no brilla, más bien parece duro y pegajoso...
Oigo ruido a lo lejos. Quizá sea algo que me pueda llevar a la boca. Tengo tanta hambre... Voy a ver lo que es. Al acercarme, distingo dos figuras alargadas. Son humanos... ¿Otra vez ellos? No, son otros humanos. Parecen distintos. ¡Me han visto! ¿Me han visto y no me han dicho nada? ¡Qué humanos tan raros! Sin acercarme demasiado, intento vigilarles. A ver qué es lo que están haciendo aquí. Parece no importarles mi presencia. Me acercaré un poco más. Se han detenido. Yo hago lo mismo manteniendo una distancia prudente. Uno de ellos me está mirando. Se ha agachado. El otro se ha sentado en el suelo. Deben estar cansados. Ahora están los dos sentados, y parece que hablan en voz muy suave. Sin apenas mirarme, noto que están hablando de mí... Cuando decido dar un par de pasos hacia ellos, uno saca de una bolsa algo muy rico. Huele muy bien y tengo mucha hambre. Pero no soy capaz de acercarme. Seguro que es para ellos. Lo deja en el suelo, me mira y me lo "ofrece"... ¡qué humano tan curioso! No voy a acercarme, seguro que es una trampa. Sigo manteniendo las distancias cuando los humanos se levantan. Siguen caminando, pero... ¡se han dejado la comida! ¡qué tontos! Pues en cuanto se separen de ella, ¡me la voy a comer yo! En cuanto se apartan, aprovecho para tirarme sobre la comida y devorarla, y es entonces cuando uno de ellos se gira hacia mi y me sonrie.
Parece que estos humanos no son como los que yo conocía. Son distintos. Hay algo en ellos que me dice que son distintos. Su mirada, sus gestos... En ningun momento me han tocado y he pasado varias veces por su lado. Hacen como si no estubiera. Sólo me miran, y yo les sigo. Cada rato, dejan caer comida al suelo. Comida que no tardo nada en comer. Sea como sea, mi estómago está más lleno que antes y mis músculos parecen destensarse por momentos.
Hemos caminado un buen rato. Me he acercado tanto a los humanos que al final han acabado tocándome. Pero hasta en esto son distintos. No me tocan... ¡me acarician! Pese a tener el pelo asqueroso y una pinta muy fea, ¡los humanos me acarician y me sonríen!
El camino ha acabado. Estamos de nuevo en el asfalto donde me dejaron tirado. Seguro que aquí acaba mi aventura con estos humanos tan buenos. Hay un coche esperandoles. Dentro hay dos cachorritos de humano. Es hora de despedirnos, y como no me gustan las despedidas, me giraré y me iré por donde he venido. Pero... ¿Qué hacen? ¡Me estan diciendo algo! Al girarme veo que la puerta del coche está abierta. Veo los chiquitines reir. Los mayores me dicen algo en un tono muy amigable. ¿Me están ofreciendo entrar en el coche? ufff ¡Qué miedo! ¡Otro coche nooo! Me escapo unos metros y cuando me giro veo que los humanos siguen ahi, con la puerta abierta. No me dicen nada. Sólo me ofrecen otro trozo de comida. Al final desisto, me acerco a comer y me suben al coche.


[...]

Ha pasado ya algún tiempo de mi "aventura". Ahora vivo en casa de los humanos que me ayudaron. ¡Son una familia genial! Me dejan convivir con ellos en casa, jugar con los cachorros... ¡me llevan de paseo cada día! Juego con más perros y perras. ¡He descubierto un nuevo mundo! Hacemos cosas juntos, ¡nos lo pasamos genial! Me esconden cosas que he de encontrar. Me tiran discos que he de cazar y luego en casa me dan unos masajes y unas caricias a las que no me puedo resisitir... Ahora ya no escucho eso de "perro" o "chucho". ¡Me han puesto un nombre! Eso sí, cuando estoy sólo con alguno de ellos no me llaman por mi nombre, me llaman "el mejor perro del mundo".

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